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HISTORIA
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Durango,
junto con los estados de Chihuahua, Sonora y Sinaloa, constituyó la unidad
histórico-geográfica del México del Norte, que abarcó la mayor parte del actual
milenio, hasta que reorganizaron los territorios después de la lucha independentista,
surgiendo de ella entidades independientes.
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Esta
amplia zona representó el corredor natural que ofrece la Sierra Madre
Occidental a las tribus toltecas y nahuatlacas, que aprovecharon los accidentes
propios de las grandes conformaciones pétreas, para sobrevivir a lo agreste del
territorio. Las cuevas representaron para las tribus que circulaban entre el
México Septentrional y el Valle de Anáhuac, la única seguridad para su
existencia, convirtiéndose en casa-estado, para constituir pequeñas
comunidades, unidas por la religión y el idioma.
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Huicholes,
coras, tepehuanos y tarahumaras, integraron naciones perfectamente
diferenciadas, con propósitos sedentarios evidentes, con una estructura
familiar firme y dejando a un lado la actitud belicosa de las tribus
chichimecas del centro de la actual República. La excepción la constituyen
acaxees, humas, hinas y xiximes, en guerra siempre, pero buscando los
asentamientos definitivos en la región de las Quebradas.
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Por el
margen oriental del estado se descubre una zona longitudinal que va del actual
estado de Zacatecas a la región lagunera, entre las entidades de Coahuila y
Durango; los indios laguneros y chichimecas recorren indistintamente esta zona,
caracterizándose por su actitud rebelde, inestable y por su tendencia a la caza
y a la recolección como fuentes de abastecimiento.
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Su
desnudez y costumbres religiosas también los identifican.
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Los
cuatro estados que hemos mencionado antes, también formaron parte de la
provincia de la Nueva Vizcaya, antigua denominación que se utilizó en la época
virreinal para designar al territorio descubierto por el Capitán Francisco de
Ibarra entre 1554 y 1567, el cual partió de Zacatecas con el apoyo del
Comendador Diego de Ibarra, su tío, y del Virrey de Velasco. Sin embargo, Nuño
de Guzmán, Cabeza de Vaca, Ginés de Mercado Vázquez y Juan de Tapia realizaron
anteriores expediciones y conquistas que no prosperaron, pero abrieron el
camino para la conquista y colonización de la mayor zona del país, superior en
extensión, entonces, al actual territorio nacional, pues se prolongaba a los
actuales estados de Arizona, Nuevo México y Texas.
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El 8
de julio de 1563, Francisco de Ibarra y su pequeño ejército, fundaron la Villa
de Durango, capital de la provincia, la cual estuvo a punto de desaparecer en
numerosas ocasiones, pero resistió sirviendo de apoyo para el establecimiento
de numerosas fundaciones y conquistas que hoy cobran singular importancia. Es
el caso de las ciudades de Saltillo (Coahuila), Santa Fe (Nuevo México),
Chihuahua y Parral (Chihuahua) y numerosas poblaciones que van desde Nayarit
hasta la Alta California.
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Los
franciscanos primero y los jesuitas posteriormente, atendieron la
evangelización de la Nueva Vizcaya, sentando las bases de un gran obispado que
al final absorbería su actividad eclesiástica para conservar a partir del siglo
XVIII, únicamente la misional. Nombre de Dios, Peñol (Peñón Blanco), San Juan
Bautista del Río, Analco, Indé, Topia, La Sauceda, Cuencamé y el Mezquital
surgieron por la labor evangelizadora de los religiosos de la orden de San
Francisco, Mapimí, Santiago Papasquiaro, Tepehuanes, Guanaceví, Santa María del
Oro, Tamazula, Cerro Gordo (Villa Ocampo), San Juan de Bocas (Villa Hidalgo) y
dos establecimientos que originalmente pertenecieron a los franciscanos, La
Sauceda (Canatlán) y Cuencamé, fueron atendidos por los religiosos de la
Compañía de Jesús a invitación del Gobernador neovizcaíno Rodrigo del Río de
Lossa.
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Las
grandes rebeliones de los tepehuanos y tarahumaras ocuparon la atención de los
europeos, en medio del terror que despertaban entre la población ibérica del
actual Estado de Durango. Los primeros ocuparon la mayor parte del siglo XVII y
la nación tarahumara agudizó sus ataques en el siguiente siglo.
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Cuando
parecía que se alcanzaba la paz en México del Norte, surgieron las tribus
apaches y comanches, con desplazamientos entre los estados del sur de la Unión
Americana y la Provincia de la Nueva Vizcaya fundamentalmente. Sus incursiones
se prolongaron hasta las postrimerías del siglo XIX, en la época del
Porfiriato.
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En
medio de tal situación sobrevivió la Villa de Durango, convirtiéndose después
en ciudad, por la preocupación de sus habitantes de captar la atención de la
corona, y obtener los recursos que le permitieran someter a las tribus
rebeldes. A partir de 1631 se le reconoció la categoría de ciudad en la
documentación oficial y Felipe IV le concedió su escudo de armas, lo que le
valió superar la crisis que amenazaba con trasladar la capital a Parral.
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El
establecimiento de presidios en México del Norte, dio seguridad a las
poblaciones
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Las
nuevas rutas unían los campamentos militares y surgió así el Correo de las
Provincias Internas, esquema de gobierno adoptado por el monarca español en
1767. sumergidas en el aislamiento característico del territorio.
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El
territorio neovizcaíno se fue fraccionando en el período virreinal, apareciendo
primero la Provincia de Sinaloa, que incluyó entonces a Sonora y Arizona.
Después se separó una parte del actual estado de Coahuila y con la Constitución
de 1824 se dividió en provincia, surgiendo entonces los estados de Durango y
Chihuahua, y anexando algunos municipios al estado de Zacatecas.
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Durango
no escapó a las grandes luchas nacionales entre conservadores y liberales y la
capital fue tomada en varias ocasiones por representantes de ambos bandos, como
el caso del sitio impuesto por Coronado y Patoni en 1858 para la causa liberal,
y la intervención francesa que entre 1864 y 1866 ocupa el estado con el apoyo
de las fuerzas conservadoras.
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En el
tiempo que estuvo Porfirio Díaz al frente de la República, Durango supo también
de dictaduras locales como la del Gobernador Juan Manuel Flores, quien ostentó
el cargo entre 1884 y 1897, año en el que fallece. El segundo caso es el de
Esteban Fernández, quien se reelige en 1908, después de su período de cuatro
años, para dejarlo en 1911.
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Durante
el Porfiriato, Durango se integra a la red de ferrocarril y de telégrafos que
se tendió en el país, con lo que surgieron nuevas zonas; en el caso de la
Región Lagunera en la que nacen las poblaciones de Lerdo y Gómez Palacio, ahora
de enorme importancia. El ferrocarril conecta también a la capital del estado con
la Ciudad de México y las poblaciones fronterizas, lo que le permite la
comercialización de los artículos producidos en la región, y el transporte de
los recursos minerales para su exportación.
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La
Revolución Mexicana tiene en Durango uno de los principales escenarios, y del
medio rural surgen importantes figuras que habrán de favorecer a los
maderistas, como: Francisco Villa, Calixto Contreras y Severino Ceniceros, de
extraordinario historial en las luchas populares comprendidas entre 1910 y
1924. El 21 de noviembre de 1910, J. Agustín Castro y Oreste Pereyra se
levantan en armas en la Región Lagunera, al mando de un pequeño grupo que se
uniría a las fuerzas de Francisco I. Madero, al poco tiempo de su asesinato.
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El
fraccionamiento ejidal se incrementaría con el gobierno de Enrique R. Calderón,
a quien tocó ejecutar las disposiciones del Presidente Cárdenas relativas a la
distribución de 100 mil hectáreas en la Comarca Lagunera de Durango, y la
conformación del Municipio de Tlahualilo, desprendiéndose de Mapimí y Gómez
Palacio.
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A la
mitad del siglo se inició la cruzada educativa que dio a Durango importantes
centros de estudios superiores como fueron el tecnológico y la universidad,
esta última sobre la base del antiguo Instituto Juárez, cuyo origen se remonta
al siglo XVIII como colegio atendido por la Compañía de Jesús.
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En ese
tiempo surgió también el municipio de Vicente Guerrero, desprendiéndose de
Súchil, para completar el modelo geográfico que hoy muestra el estado de
Durango, con modernas vías de comunicación que en la forma de carreteras
asfaltadas conectaron la mayoría de los municipios con su capital y a ésta con
importantes ciudades del país.
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Los
últimos años son representativos del éxodo de la población rural a las
principales poblaciones de la entidad, requiriendo la implementación de
numerosos servicios de urbanización que, por otra parte, modificaron
completamente la tradicional imagen del Durango colonial y porfirista que
pareció arraigarse en el estilo de vida de la mayor parte de sus habitantes.
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FIESTAS
Y TRADICIONES
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Las
ferias y fiestas tradicionales en la ciudad de Durango son famosas por su gran
colorido. Una de las celebraciones que distinguen a este sitio es la Feria
Nacional en la Ciudad de Durango, celebración que conmemora la fundación de la
capital, durante julio.
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Durango
es cuna de diversos músicos destacados como Antonio Alvarado, Joaquín Amprarán,
Melquiades Campos, Pedro Michaca y Silvestre Revueltas del cual lleva el nombre
en el mes de octubre el Festival Revueltas como homenaje a la gran familia de
artistas Revueltas
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BAILES
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En
Durango en un principio se bailó en mezcla de cuadrilla la polka original,
tomando mayor difusión durante la revolución bailándose en su forma muy
original, de corridita y de punta y talón,
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Las Cacerolas:
Es una polka que se baila como comúnmente se le conoce por el norte del país,
“de corridita”, es decir que son pasos donde se emplean deslices en sus
diversas formas realizando varios desplazamientos.
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COSTUMBRES
• Algunas de las costumbres que se tiene es
festejar a algunos de los santos de Durango (Los rosarios).
• Festejar el día de muertos.
• Fiestas patronales de la colonia.
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DURANGO
Y SUS LEYENDAS
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Al
igual nuestro estado de Durango cuenta con una gran diversidad de leyendas muy
bonitas y aterradoras por las que se pueden mencionar principalmente:
• La llorona
• La carreta
• El músico que le toco al diablo.
• El puente que construyo el diablo.
• La monja de catedral.
• La visita de los siete templos.
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CENTROS
TURÍSTICOS DE DURANGO
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En
Durango existe también una gran diversidad de lugares que puedes visitar y que
te gustaran:
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El
Templo de Analco, el Palacio de Gobierno, la Casa del Conde de Súchil, el
Santuario de Guadalupe, el Templo de Los Ángeles, el Paseo de las Alamedas, los
jardines de Hidalgo y Ortiz de Zárate, el Parque Guadiana, el Teatro Victoria,
el teatro Ricardo Castro, el Palacio Municipal, la Plaza de Armas, los Antiguos
Conventos, el edificio central de la Universidad Juárez y la Catedral, entre
otros. Cerca de la ciudad se localizan el Cerro de Mercado, la ex hacienda de
la Ferrería y los estudios cinematográficos de Chupaderos y de los Álamos.
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COMIDA
DE DURANGO
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La
ciudad de Durango fue fundada en el Valle de Guadiana en 1563 por Francisco de
Ibarra, quien era gobernador de la provincia de la Nueva Vizcaya. Antes de su
fundación ya había una misión de frailes franciscanos que enseñaban el idioma y
la religión a un grupo de indios.
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Los
primeros pobladores fueron indígenas seminómadas: acaxas, xixenes, tepehuanos y
zacatecos, que subsistían a base de la caza y de la recolección de nopales,
órganos, mezquite y algunas hierbas. Posteriormente empezaron a cultivar maíz,
frijol y chile.
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Cuando
los españoles fundaron la ciudad se repartieron predios para fincar casas y
huertos, además de terrenos, en la periferia, para los sembradíos. Desde esa
época ya se preparaban alimentos secos, pues había que recorrer grandes
distancias y porque sólo se daban cosechas anuales. Aunque hoy las
circunstancias han cambiado y se pueden conseguir alimentos en toda época, los
durangueños han seguido con la costumbre de preparar alimentos secos que se
pueden guardar. Siguen haciendo el chile pasado, la carne seca, el chorizo, la
carne adobada, los chuales, el pinole y los tornachiles.
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En la
actualidad se siembra tabaco, camote, maíz, chile, frijol y calabaza, además de
muchos árboles frutales, como granada, membrillo, durazno, chabacano, perón y
manzana. También se crían cerdos y ganado vacuno y lanar, por lo que se elabora
mucho queso.
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Hay
una gran tradición familiar en la preparación de conservas dulces, como los
orejones de manzana y membrillo, las “cajetas” y jaleas de membrillo y perón,
los coradillos, la conserva de higo y los duraznos secados al sol.
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Algunos
platillos típicamente durangueños son el caldillo de carne fresca o seca con
chile colorado o verde, el asado de bodas, los chicharrones de vieja (carnitas
de chivo), las enchiladas de cacahuate y de leche, el pipián rojo (chile,
semillas de calabaza y maíz), la barbacoa de olla, los frijoles blancos (patoles)
guisados con chorizo y tornachiles, las panochas –tortillas de harina– de sal y
de dulce, las gorditas de nata, las gorditas de maíz rellenas, los tamales de
chile colorado y de dulce, los atoles, el champurrado, las torrejas con miel de
maguey, el camote y la calabaza en miel de piloncillo, las palanquetas de nuez,
las empanadas de chilacayote, el pan de pulque, las semitas de anís, los rollos
de camote, el camote con coco, las gorditas de cuajada (frutas de horno), los
buñuelos, el arroz con leche, el rollo de dátil y nuez, y como bebida
espirituosa el mezcal. Como puede verse, no falta nada para deleitar el paladar
de los visitantes.
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